Naranja, clementina, limón, pomelo... Son muchos los cítricos que despiertan nuestras papilas gustativas con su carne, su pulpa o su cáscara. La cidra, fruto del cidro, es un poco menos común que los cítricos mencionados anteriormente. Esta especie mediterránea es una fruta sagrada para los judíos, que celebran la cidra durante Sucot, la fiesta de las cabañas.
La corteza se come: es de aspecto irregular, muy gruesa y bastante dura, mientras que la pulpa del fruto -si la hay- es verde y ácida. A menudo hay muchas semillas incrustadas en el fruto. Los pasteleros adoran la cidra porque sus delicados sabores dan lugar a deliciosas frutas confitadas, que pueden incorporarse fácilmente a las recetas gourmet. ¿Cómo reconocer la cidra? En las estanterías, podría confundirse con un gran limón abollado, ya que puede pesar hasta dos o incluso tres kilos. Recogida a finales de septiembre, la cidra está disponible en el mercado durante un corto periodo de tiempo, hasta noviembre aproximadamente.
Para compensar esta corta temporada y la dificultad de trabajar con la cidra, recurra al aroma natural de la cidra: el sabor elegante y ácido de la fruta se concentra en nuestra botella. Con sólo una o varias gotas, puede dar un toque a las mermeladas, los dulces o incluso a sus galletas y otros pasteles. El aroma natural de la cidra también será ideal para realzar sus salsas cítricas, con marisco o pescado, por ejemplo. Por último, puede utilizarlo en días soleados para alegrar sus recetas de helados y sorbetes.